...Cenizas de dulce amor...

Me despierto tirada en una cama. Toco sus fibras y entonces entiendo que las sábanas son de lino, un lino exquisito realmente. Puedo sentir el roce de su piel con mi piel. Sus besos ahora buscan refugio en mi cuello. Mi mano se extiende alrededor de su pecho, no quiero que esto acabe. Le beso, como nunca antes había besado a nadie. Esos labios desprenden sabor a tabaco, mezclado con frutas silvestres. Puede que esté saboreando.. ¿Fresas?¿Frutos rojos, tal vez? Creo que lo que con tanto cuidado saboreo son moras. Si, son moras lo que con tanto cuidado siento. Un condón usado yace tirado en el suelo. Río como cualquier niña adolescente tímida al reconocerlo. Puedo, puedo oler esa fragancia que ahora tanto de moda está. Creo que es 1 Million. Aunque esta misma ha cobrado otro nombre en mi mente, solo me recuerda a él. Loco amor enfermizo y simple de conocimiento...
Porque nuestro amor no se mide en dinero. Me daría igual estar debajo de un puente viviendo mientras pueda acariciar su piel. Ojalá nunca me falten sus abrazos en invierno, ni las cenas a la luz de la luna en verano. Andamos y nos perdemos por esta ciudad que con tanta cautela siempre nos aguarda. Son nuestros propios muros quien nos protegen en ese paraíso que un día él y yo creamos. Ese con vistas al mar. Ese que nace entre sus propias cenizas, al igual que el Fénix. Gran ser el Fénix, ese que me enseñó a adorar la fragilidad que tienen nuestras vidas. Ese que entre sus alas, cuida del fuego. Llama que nunca se apaga, sentimiento que nunca muere...