¿Sabes que? Soy cabezona, no sabes cuanto. Siempre estoy triste por lo menos lo he estado durante un tiempo. Tropiezo con la misma piedra una y otra y otra y otra vez y aun así me da igual caerme porque sé que me voy a volver a levantar. Realmente no soy nadie. No tengo una mente superdotada, un cuerpo de lujo o un padre con dinero pero soy honrada.
A veces, no suelo conocer mis fallos. Vamos que ni los veo, ni los huelo, ni los escucho. Tengo un orgullo que te deja de piedra. Si ya hablamos de mi mala ostia.. Es si que es un caso y de los gordos. De esos de los que necesitan un tratamiento.
Y esta realmente soy yo y lo he sido y seguro que lo volveré a ser una y otra vez pero es que encima de todo esto, tengo una bipolaridad selectiva y es entonces cuando entras tú.
Tú, que me iluminas con tu sonrisa, con tus ojos, con tus gestos. Me ayudas en todo lo que puedes. Me quieres sobretodo y aunque a veces no seas alguien perfecto, superas mis limites y siento, que cuando te alejas unos cinco metros de mi, me quedo vacía. Te necesito a mi lado a menos de 2 metros de distancia como máximo.
Entonces, aparece mi otro yo. Ese que no puede dejar de sonreír, que le da igual lo que diga la gente, la que crea un muro invisible entre las demás personas y nosotros o tal vez lo creemos juntos. Ese yo, que ni puede fijar los ojos al suelo y estar triste tan solo pasa por ti y quedate seguro de que es así y aunque por dentro este mal, jamas te vas a quedar sin una sonrisa cuando la necesites porque siempre la vas a tener.
No me llames ingenua porque si, lo soy. Soy demasiado ingenua pensando que alguien como tú podría estar conmigo porque es que no pegamos ni con cola y aun así la misma magia que se fundó el día que te conocí todavía no esta borrada. Te quiero, ni lo pienses ni lo dudes y sé que siempre te tendré cariño porque es imposible no tenertelo.